“Los hombres no golpean a las mujeres”, “A la mujer no se le pega”… cuando entendamos que la violencia está mal sin importar de quién venga ni hacia quién vaya dirigida, entonces avanzaremos como sociedad.

Por Dolores Bassinger

La normalización de la violencia solo trae como consecuencia casos como el de Jairo Juarez, cuyo video se viralizó en un par de horas.

México. Hace unos días se difundió por la red un video que me ha dado mucho en qué pensar. Comenzaré describiendo el mismo en caso de que no lo hayas visto aún por vivir debajo de una piedra. El video comienza con un adolescente de pie a la entrada de un salón de clases esperando atento (al igual que quien graba el video, expectante de lo que sabe va a ocurrir) la llegada de una de sus compañeras. Al entrar al salón la estudiante, recorre hacia atrás una banca y procede a colocar otra en su lugar. Mientras tanto se escucha que el chico de la entrada le dirige unas palabras que ella ignora, a lo que él reacciona de manera por demás agresiva, golpeándola hasta que acaban en el piso del aula y llegan a separarlos.

Absolutamente nada justifica la violencia. Nada. Hacia quien sea. El video muestra una realidad hiriente, de violencia planeada, de agresión ventajosa y cobarde, es cierto. El video es una denuncia, un documento que muestra a un ser humano actuar de manera irracional sometiendo a alguien más débil, también es cierto. ¿Pero no somos todos habitantes de esa realidad? ¿Hasta qué punto contribuimos a este hecho como sociedad?

Ahora ven, demuestra quién es la más perra

La violencia se ha normalizado tanto que llega a ser aplaudida. En el ambiente gay la más perra, la más puta, la más agresiva siempre es la mejor. El Joto Alfa, el que somete a los demás. Una especie de machismo inverso.

Por otro lado, el mismo video es un reflejo de la vida diaria. En ella nos limitamos a ser espectadores de la desgracia ajena, del infortunio del otro sometido al escrutinio público. Hay cámaras hacia donde voltees, pero pocas manos que ayuden, pocas bocas que alcen la voz ante la injusticia.

Del entorno del chico sabemos bien poco, o de hecho nada en el momento en que vemos por primera vez el video. Puerto Morelos, lugar en donde radica Jairo se encuentra en Quintana Roo, al sur de la República Mexicana, zona que se caracteriza por su rezago cultural y en donde aún, en algunas regiones, se siguen usos y costumbres. Hace unos meses, la vecina ciudad cosmopolita de Cancún se vio engalanada por un intento de linchamiento que se hizo público a través de redes sociales. La verbena en la calle donde ocurrió era de una festividad tétrica.

La violencia en lo cotidiano

El uso en redes de este tipo de videos es cada vez más frecuente. A través de ellos el público juzga y condena lo que le sirven apetitosamente en la pantalla. Nos hemos convertido en ávidos devoradores de escenas que nos muestran fragmentos de vidas ajenas, muchas veces – no todas- fuera de contexto, editados o alterados para hacer quedar mal a la contraparte del autor del video. No digo que sea este el caso ni justifico lo que se ve en él ni mucho menos, pero el bullying y la homofobia pueden llegar a desencadenar este tipo de reacciones. Un adolescente sometido a humillaciones y malos tratos diarios por parte de sus compañeros puede tener desordenes que se manifiesten de manera violenta perdiendo a veces el control y llegando a desenlaces trágicos.

Jairo fue expulsado. “A la mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa”, nos han dicho hasta el cansancio, ¡pero no, señores! ¡a nadie se le toca! Causó revuelo que fuera un hombre a una mujer, pero nadie tiene que ser sometido a ese trato. Claro que hay diferencia de fuerzas, claro que debe haber más civilidad por parte del sexo masculino (en ese y en otros temas), pero también es cierto que algunas mujeresa veces sacan provecho de este “respeto especial” que se “debe” tener con ellas.

El Gran Varón

Un común denominador entre los comentarios en redes sociales con respecto al video fue el notable amaneramiento de Jairo. Sus modos femeninos desataron la ira de muchos cibernautas tal vez más que la propia acción en contra de su compañera. Sugiriendo verdaderas atrocidades desde violaciones, linchamientos y desapariciones se expresaban los usuarios de Facebook. Un perfil “noticioso” de la misma red social hablaba de que «el gran varón» había agredido a su compañera. Un medio informativo no tiene por qué hacer referencias de ese tipo de características de las personas involucradas en las noticias. Una preferencia sexual no es algo de relevancia cuando se tiene que dar a conocer una noticia.

Un tema de ignorancia

La ignorancia con respecto a la homosexualidad también quedó en evidencia: mucha gente piensa aún que ser gay es querer ser mujer. Comentarios que reclamaban tener la razón al no reconocer a las mujeres trans como mujeres (porque eso quiere un gay, ser mujer trans), dejaban en claro la imagen errónea que existe en el conciente colectivo heterosexual.

La violencia está mal. Nada la justifica y nada se logra con ella excepto más violencia. Hay que poner nuestra parte para que sea eliminada.

¿Cual es tu opinión?

¿Has sufrido algún tipo de violencia?

¿Qué haces para acabar con ella?

 

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