– “Dime una práctica sexual que conozcas
– “Golden shower“, contesté inocente, queriendo hacerme el interesante.
– “Vale. Pues te toca escribir de eso

Y heme aquí, un neófito arrepentido de no haber mencionado un tema que dominase como el #onanismo, redactando su primer experiencia con la #urolagnia, o #lluviaDorada para los amigos.

 

Por Ícaro Llamas.

El mito de Dánae

Cuentan los griegos que Dánae, madre de Perseo, se hallaba cautiva en una prisión inaccesible debido a que su esposo ya conocía la fijación del dios Zeus con las esposas de los demás. Este último, ni tardo ni perezoso, decide hacerse presente mediante una sutil lluvia de oro, dejando además a Dánae embarazada #porqueDios.

La urofilia es la práctica sexual que se especializa en todo lo relacionado a la orina o al acto mismo de orinar y suele tener bastante aceptación en el colectivo #BDSM / #leather. Contrario a lo que yo creía, la práctica no sólo implica el acto de orinar al otro, si no orinarse a sí mismo, orinar en público, ver cómo otros orinan, mojar su ropa con orina e incluso ver cómo alguien tiene unas ganas desesperadas de orinar.

Hace tiempo un amigo me propuso hacerlo y, con este reto entre manos, me pareció buen momento para experimentar. Nos quedamos de ver en su casa a eso de las cinco de la tarde. Tomé aproximadamente un litro de agua y me metí a bañar, preparándome como para cualquier encuentro casual con un #fuckbuddy. Saliendo del baño tomé otro poco de agua y un poco más antes de salir de casa, previniendo un pánico escénico urológico.

 

Yellow is the new black

La urolagnia está considerada como una práctica sexual extrema y su color en el #handkerchiefCode es el amarillo. Es un fetiche que no es para cualquiera. Además del obvio tabú relacionado a las secreciones corporales, el riesgo a la salud podría parecer preocupante sobre todo para el pasivo. Craso error, el riesgo sanitario es mínimo comparado por ejemplo con la #coprofilia o el #bareback. Sin embargo siempre existe la posibilidad latente de alguna transmisión o infección bacteriana, incluso una reacción alérgica a los componentes de la orina.

El trayecto a casa de mi amigo es de aproximadamente cuarenta minutos. Durante ese lapso mi vejiga se llenó de sobremanera, mi urgencia por llegar era bastante. No sé si era mi desesperación pero siento que incluso esta ocasión tardó más en atender a la puerta que otras veces. “Espera, sólo me baño“, me dijo al abrir la puerta. “Ya no aguanto“, le contesté, “además creo que te puedes bañar después“.

Él prefirió quitarse la ropa y portar solo un bañador corto, y me pidió que yo me quedara vestido, sólo con la camisa desabotonada. Estando en la regadera, él comenzó con una felación, provocando una erección de mi parte (“en mi parte” jaja). Esto último puso las cosas un tanto difíciles para mi tímida vejiga, pero con esfuerzo y dedicación, el momento esperado llegó. Expulsé un firme y prístino chorro de orina directo hacia su cara mientras él se masturbaba a través del bañador y esparcía el diáfano líquido amarillo por su cuerpo. Como dato curioso, los casi dos litros de agua tomada una hora antes, nos dieron poco más de un minuto de #waterSports. El momento cumbre fue cuando lo recibió con su boca y bebía mientras se seguía tocando (a esto se la llama #urofagia) . No era algo que yo deseara originalmente, pero la sensación de poder en ese momento, la íntima comunión generada en ese acto en el que me estaba aceptando dentro de él de una manera en la que difícilmente se podría ir más lejos, no me desagradó para nada.

No puedo decir que es una práctica que incorporaré a mi repertorio sexual de manera habitual, ni dudo que como pasivo sea una experiencia totalmente diferente, pero prefiero atesorar este momento como algo agradable y divertido.

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