Las redes sociales están plagadas de memes referentes a relaciones tóxicas y encuentros amorosos fallidos. Incontables, lastimeras y a la vez graciosas imágenes de ‘Yo en el amor’, representan el inconsciente colectivo de una generación aletargada atrapada en la vorágine digital que, al parecer, olvidó como amar.

Imagen de portada @TheStyleLab

Las aplicaciones de encuentro social han sido de los grandes inventos de la última década. El autoservicio y el DIY de cadenas como Subway, encontraron eco en nuestra incapacidad para relacionarnos y comunicarnos, dándonos suculentos menús digitales de carne humana.

 

Yo en el amor - The Queer Guru

Yo en el amor soy como este perrito. 🐶

No pic – no chat.

“Soy alto, moreno y velludo. Me gusta viajar y que me hagan reír. Entreténme. Cuídame. Protégeme. Dame atención o vete. No sé cómo comunicarme ni relacionarme con mis semejantes. Exijo que seas masculino, guapo y con un cuerpo trabajado. Para estar conmigo tienes que ser un chingón. Foodie, traveler and some selfies along the way. Si pides foto es porque ya enviaste la tuya. 👉🏽 NSA.”

La hiper-información y el salvajismo en el bombardeo atroz por el cumplimiento cabal de determinados estándares sociales, nos han individualizado a grado tal de confundir la delgada línea divisoria entre la autovalorización y la autocomplacencia, ambas medidas en likes de personas que desean(mos) la carne pero deshechan(mos) la escencia.

Hello. Is it anybody in there?

Looking for fun. Yo hot. (jiji) 🔥
Es interesante y gracioso notar cómo la tecnología ha llevado al descubrimiento de un lenguaje neo-primitivo basado en el mínimo esfuerzo para la búsqueda de la satisfacción primal. La acumulación de información y el fácil acceso a cuerpos desnudos, penetraciones y explosiones eyaculatorias* (is that even a word?) contenidas en videos de 1:30 minutos, nos ayudan a satisfacer el impulso inmediato, mientras que los encuentros casuales generan lazos karmáticos que nos satisfacen temporalmente, pero nos dejan vacíos de una a otra costilla**“; esto además de reforzar la irresponsabilidad implícita en la acción y la omisión que regala la ceguera ignorante ante las decenas de enfermedades de transmisión sexual (ets) que no son prevenidas con el 👉🏽 PrEP.

En estos días, a más de uno nos ha resultado inevitable voltear la cabeza y cuestionar el amor de nuestros padres o abuelos. La realidad es que cada generación responde a contextos históricos específicos, determinando así comportamientos y fomentando (o no) las relaciones interpersonales. Mientras que a nuestros padres se les adoctrinó con estudiar, trabajar, casarse, reproducirse y jubilarse, nuestro móvil nómada radica en conocer, emprender, tener mascotas, viajar y, dentro de este viaje por las nubes, no podemos sino cuestionar el romanticismo e idealismo que rodea al amor.

Yo en el amor - The Queer Guru

Is that you? 🤭

All you need is Love.

La vida se alimenta de vida y esta, a su vez, está llena de ciclos que suelen repetirse con periodicidad. En los -no tan lejanos– 60’s, la revolución sexual tomaba las mentes de los jóvenes, el rock n’ roll quería la satisfaction de los cuerpos y la liberación sexual abría los ojos a un sinnúmero de posibilidades para aquellas personas que proclamaban su amor por alguien de su mismo sexo.

Si bien la sociedad es movida por las delicias del sexo, no hay que olvidar que unos hippies cantaron a generaciones pasadas que todo lo que necesitas es amor, pero me pregunto, sí todo lo que se necesita es amor:

¿Dónde está?, ¿Cómo es?, ¿Cómo se come?, ¿Acaso está dentro de las cavidades anales de los desconocidos sin cabeza de Grindr?

Ya que estamos en esto, unámonos a los Black Eyed Peas en su búsqueda: Where is the love?

El ideal del amor es individual y meramente subjetivo, respondiendo en la mayoría de las situaciones en gran medida a satisfacer los sentidos, principalmente el visual. En palabras del marqués:

“Juzgo todo por los sentidos”. -Sade

Nuestro apetito no logra ser saciado al idealizar la carne de un cuerpo bidimensional vestido con miles de likes debido al miedo por ser rechazados y por consiguiente, heridos 🗡. ¿Pero acaso no decía el Budah que el dolor es uno de los caminos de la iluminación?

Los días pasan y con ellos el tiempo invertidos en contenidos irrelevantes, obstruyendo el proceso creativo y ensimismándonos en un bucle que se lleva nuestra juventud y con ella, nuestros deseos de cambio, creación y revolución, escudriñando en los deshechos de los corazones rotos de otros.

Nos hemos vuelto huraños, intolerantes y prejuiciosos.
Nos hemos vuelto creídos, narcisistas y miedosos.
La data recibida diariamente desensibiliza la capacidad propia de comunicarnos y relacionarnos con nuestros semejantes y entorno, aislándonos. Fragmentados no lograremos nada y desunidos, ellos ganan.

Es importante que comencemos a ser honestos, más no ingenuos. A confrontar la apatía.
Re-aprender a salir cada día con una sonrisa en el rostro y si como yo, olvidaste cómo, práctica en el espejo. Enciende la luz en tus ojos y sé el guía de un alma somnolente. Permite que tu perro interactúe con otros perros. Permítete amarte libremente, tal cual eres. Aléjate de situaciones y entornos nocivos.
El amor no llegará, ya que nunca fue a ningún lado.
El amor sencillamente es, como la respiración, como el calor del sol; sólamente hay que deshacerse de las capas sucias y poner atención.

Yo en el amor - The Queer Guru

Yo poniendo atención y encendiendo la luz de mis ojos.

 

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@werefire161 ‏ (NSFW)

** Los amorosos callan. 
El amor es el silencio más fino, 
el más tembloroso, el más insoportable. 
Los amorosos buscan, 
los amorosos son los que abandonan, 
son los que cambian, los que olvidan. 
Su corazón les dice que nunca han de encontrar, 
no encuentran, buscan.

Los amorosos andan como locos 
porque están solos, solos, solos, 
entregándose, dándose a cada rato, 
llorando porque no salvan al amor. 
Les preocupa el amor. Los amorosos 
viven al día, no pueden hacer más, no saben. 
Siempre se están yendo, 
siempre, hacia alguna parte. 
Esperan, 
no esperan nada, pero esperan. 
Saben que nunca han de encontrar. 
El amor es la prórroga perpetua, 
siempre el paso siguiente, el otro, el otro. 
Los amorosos son los insaciables, 
los que siempre —¡qué bueno!— han de estar solos.

Los amorosos son la hidra del cuento. 
Tienen serpientes en lugar de brazos. 
Las venas del cuello se les hinchan 
también como serpientes para asfixiarlos. 
Los amorosos no pueden dormir 
porque si se duermen se los comen los gusanos.

En la obscuridad abren los ojos 
y les cae en ellos el espanto.

Encuentran alacranes bajo la sábana 
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos, 
sin Dios y sin diablo.

Los amorosos salen de sus cuevas 
temblorosos, hambrientos, 
a cazar fantasmas. 
Se ríen de las gentes que lo saben todo, 
de las que aman a perpetuidad, verídicamente, 
de las que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua, 
a tatuar el humo, a no irse. 
Juegan el largo, el triste juego del amor. 
Nadie ha de resignarse. 
Dicen que nadie ha de resignarse. 
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.

Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla, 
la muerte les fermenta detrás de los ojos, 
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada 
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida, 
a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas, 
a arroyos de agua tierna y a cocinas.

Los amorosos se ponen a cantar entre labios 
una canción no aprendida. 
Y se van llorando, llorando 
la hermosa vida.
– J. Sabines.